"Mi porpósito es hacer que el hombre sea incondicionalmente libre, porque yo sostengo que la única espiritualidad es la incorruptibilidad del propio Ser, que es eterno, que es la armonía entre la razón y el amor. Esta es la absoluta, incondicionada Verdad que es la Vida misma." J.Krishnamurti

18.1.11

La Conciencia


Ustedes conocen el estado de sueño profundo. El sujeto duerme, la autocrítica disminuye y cualquiera sugerencia del exterior (cualquier estímulo) se amplifica, se modifica, cubre la conciencia y se cree en él. En un sueño puede pasar cualquier cosa y lo que sucede ahí no es criticado. En ese sueño profundo, las contradicciones más enormes pueden aparecer y se cree en ellas. Es el campo en que la autocrítica y el raciocinio están reducidos casi al mínimo. Sicólogos contemporáneos han destacado algunos mecanismos como los de dramatización, elaboración secundaria, desplazamiento, etc., en donde se ve toda la movilidad irracional del sueño, las transformaciones que sufre. En definitiva, lo más rescatable es advertir en ellos la disminución, el estrechamiento del poder de raciocinio. Y el gran poder, la gran susceptibilidad, la gran sugestión que hacen las imágenes sobre nuestra conciencia hasta cubrir la voluntad. Ese es un nivel de conciencia que todos reconocemos.

Hay otro, que podríamos llamar de semisueño. No es el estado de vigilia ordinaria, como en el que estamos ahora. No es el estado de sueño profundo tampoco. Es un estado intermedio. Ese estado se patentiza cuando entramos al sueño profundo o cuando salimos de él. Un estado en que está mezclada un poco la razón y un poco el completo. Un estado en el que los ensueños se desplazan con mucha velocidad y se nos evidencian de un modo muy pintoresco. Una suerte de estado de transición. El semisueño podría ser (digamos con una figura) el "techo" del sueño. Pero, si bien se nos aparece como el techo del sueño, se nos aparece también como el "piso" de la vigilia.

El estado de vigilia ordinaria, en el que estamos ahora, supongo... (risas)... está montado sobre ese piso. No está desvinculado, por consiguiente, de ese piso, sino que éste le sirve de base, de apoyo. Y así en nuestro estado de vigilia ordinaria, somos bombardeados por contenidos del bajo fondo. Aquellos contenidos que, en el primer nivel de conciencia eran muy fuertes, muy sugestivos (en ellos se creía a pies juntillas), cubrían nuestra conciencia, hacían que nuestra autocrítica disminuyera. En el segundo estado, en el estado intermedio, iban disminuyendo en su intensidad. Y en el tercer estado, aunque no desaparecen del todo, han disminuido sensiblemente en su poder sugestivo.

De manera que las imágenes que ahora pueblan nuestra conciencia mientras hablamos o mientras escuchamos, a veces se nos escapan, pero con un poco de atención y un poco de práctica, las vemos fugazmente pasar por nuestra conciencia. Estas imágenes todavía están actuando. Estas imágenes normalmente, sobre todo en situaciones opresivas y en situaciones de cansancio, se superponen a las mismas percepciones que uno tiene de lo que ocurre. Las cubren de tal modo que se genera un fantaseo o un ensueño, que nos distorsiona completamente la realidad. Merced a ese fantaseo y a ese ensueño, no tenemos de la realidad una percepción correcta, una percepción adecuada. Y éste es nuestro problema.


Existe la posibilidad de un estado de conciencia que no sea tocado por estas imágenes que nos borran la percepción. Existe un nuevo estado de conciencia que pudiéramos llamar de: "conciencia de sí" y no de conciencia alterada, no de conciencia deformada por las imágenes del ensueño que vienen desde aquellas profundidades. Tal vez ese estado existe, tal vez no sea cosa del otro mundo.
Ahora bien, pueden existir estados que eleven nuestra conciencia, que amplifiquen nuestra conciencia, que nos permitan un conocimiento más vasto y más amplio de la realidad externa y de la realidad interna. Cuando nosotros leemos al señor Buda no podemos ver en él la minimización de la conciencia. Al contrario, parece que nos encontráramos frente a una enorme y compleja computadora, o algo más... De manera que ahí estamos en presencia de otro fenómeno. A veces nosotros, gentes comunes que ocasionalmente nos ocupamos de estas cosas, tal vez por nuestro deseo de obtener resultados rápidamente, es muy probable (es casi seguro) que vayamos a dirigirnos en la dirección más fácil, en la dirección de caída, en la dirección infraconsciente, en la dirección crepuscular y de ninguna manera en la otra dirección. Ese es el motivo por el cual, aunque sea esquemático, nosotros nos permitimos disparar nuestros dardos contra todo lo que suene a religión y la mística.


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Silo - Meditación Trascendental - 17 de agosto de 1972

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