"Mi porpósito es hacer que el hombre sea incondicionalmente libre, porque yo sostengo que la única espiritualidad es la incorruptibilidad del propio Ser, que es eterno, que es la armonía entre la razón y el amor. Esta es la absoluta, incondicionada Verdad que es la Vida misma." J.Krishnamurti

15.3.11

La Amada



En este cuarto, quieto y solitario, ayer se sentó la amada de mi corazón. Sobre estos suaves cojines de color rojo apoyó su hermosa cabeza y en esta copa de cristal bebió su vino, mezclado con una gota de esencia de rosas.

Todo esto era ayer y el ayer es un sueño que no regresará jamás. Hoy, la mujer que amó mi corazón se fue a una tierra distante, desierta y fría, llamada tierra de la soledad y del olvido. Las huellas de los dedos de la mujer que amó mi corazón aún están visibles en el cristal del espejo; el perfume de su aliento se detiene en los pliegues de mi ropa y el eco de su voz se repite en los rincones de la casa. Pero la mujer, ella misma -la mujer que amó mi corazón- se alejó hacia una tierra distante, llamada tierra del abandono y del olvido. Mañana abriré las ventanas y las ráfagas de viento entrarán y llevarán, para siempre, todo lo que aquella hermosa hechicera dejó en este sitio: el perfume de su aliento, la sombra de su alma, el eco de su voz, las huellas de sus dedos en el cristal del espejo... El retrato de la mujer que amó mi corazón, continúa al lado del lecho.

Las cartas de amor que me escribió aún permanecen en la caja de plata incrustada en coral. Y la trenza de sus cabellos de oro, que me envió como recuerdo, se conserva envuelta en seda y perfumada en almizcle e incienso. Todos esos recuerdos permanecerán en su sitio hasta la aurora y, cuando la aurora llegue, abriré las ventanas para que entre el viento y las arrastre hacia las tinieblas de la nada, donde mora una quietud sin palabras. La mujer que amó mi corazón es semejante a las mujeres que amaron vuestros corazones, oh, jóvenes. Y es una criatura extraña. Para tallarla, usaron los dioses la modestia de la paloma y la mutabilidad de la serpiente; la vanidad del pavo real y la ferocidad del lobo; la belleza de la rosa blanca y el terror de una noche oscura y un puñado de cenizas.

Conocí a la mujer que amó mi corazón desde la infancia y corría tras ella por los campos. La conocí en la juventud y contemplaba la sombra de su rostro en los libros. Reconocía las curvas de su cuerso en las nubes del cielo y oía su voz en el murmullo de los arroyos. Y la conocí en la madurez. Y conversaba con ella y le hablaba de los dolores de mi corazón y de los secretos de mi alma. Todo esto, era ayer; y el ayer es un sueño que jamás regresará. Hoy, aquella mujer se fue hacia una tierra distante, fría y desierta, llamada tierra de la soledad y del olvido.

Y el nombre de la mujer que amó mi corazón es la vida. La vida es una mujer hermosa y fascinante, que atrae nuestros corazones y hechiza nuestras almas. Envuelve nuestra existencia con promesas, cuyo cumplimiento aplaza y difiere y, cuando se nos entrega, provoca el tedio en nosotros. La vida es una mujer que se baña en-las lágrimas de sus enamorados y se perfuma con la sangre de sus víctimas. La vida es una mujer que viste la blancura de los días cubriendo la negrura de las noches. La vida es una mujer que acepta el corazón humano como amante y lo rechaza como esposo. La vida es una mujer h ermosa y perversa. Y, quien descubre su perversidad, aborrece su belleza.


Khalil Gibran