"Mi porpósito es hacer que el hombre sea incondicionalmente libre, porque yo sostengo que la única espiritualidad es la incorruptibilidad del propio Ser, que es eterno, que es la armonía entre la razón y el amor. Esta es la absoluta, incondicionada Verdad que es la Vida misma." J.Krishnamurti

12.3.10

La más silenciosa de todas las horas
















¿Qué me ha ocurrido, amigos míos? Me veis trastornado, acuciado, dócil a pesar mío, dispuesto a marchar - ¡ay, a alejarme de vosotros! Sí, una vez más tiene Zaratustra que volver a su soledad: ¡pero esta vez el oso vuelve de mala gana a su caverna!
¿Qué me ha ocurrido? ¿Quién me lo ordena? - Ay, mi irritada señora lo quiere así, me ha hablado: ¿os he dicho ya alguna vez su nombre? Ayer al atardecer me habló mi hora más silenciosa: ése es el nombre de mi terrible señora.
Y esto es lo que ocurrió, - ¡pues tengo que deciros todo, para que vuestro corazón no se endurezca contra el que se va de repente!
¿Conocéis el terror del que se adormece? -
Hasta las puntas de los pies tiembla, debido a que el suelo le falla y los sueños comienzan.
Ésta es la parábola que os digo. Ayer, en la hora más silenciosa, el suelo me falló: comenzaron los sueños. La aguja avanzaba, el reloj de mi vida tomaba aliento -, jamás había oído yo tal silencio a mi alrededor: de modo que mi corazón sintió terror.
Entonces algo me habló sin voz: «¿Lo sabes, Zaratustra?» Y yo grité de terror ante ese susurro, y la sangre abandonó mi rostro: pero callé. Entonces algo volvió a hablarme sin voz: «¡Lo sabes, Zaratustra, pero no lo dices!» -
Y yo respondí por fin, como un testarudo: «¡Sí, lo sé, pero no quiero decirlo!»
Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «¿No quieres, Zaratustra? ¿Es eso verdad? ¡No te escondas en tu terquedad!» -Y yo lloré y temblé como un niño, y dije: «¡Ay, lo querría, mas cómo poder! ¡ Dispensarme de eso! ¡Está por encima de mis fuerzas!» Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «¡Qué importas tú, Zaratustra! ¡Di tu palabra y hazte pedazos!» - Y yo respondí: «Ay, ¿es mi palabra? ¿Quién soy yo? Yo estoy aguardando a uno más digno; no soy siquiera digno de hacerme pedazos contra él».Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «¿Qué importas tú? Para mí no eres aún bastante humilde. La humildad tiene la piel más dura de todas». - Y yo respondí: «¡Qué cosas no ha soportado ya la piel de mi humildad! Yo habito al pie de mi altura: ¿cuál es la altura de mis cimas? Nadie me lo ha dicho todavía. Pero conozco bien mis valles».Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «Oh Zaratustra, quien ha de trasladar montañas traslada también valles y hondonadas». - Y yo respondí: «Mi voz no ha transladado aún montañas, y lo que he dicho no ha llegado a los hombres. Yo he ido sin duda a los hombres, pero todavía no he llegado hasta ellos». Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «¡Qué sabes tú de eso! El rocío cae sobre la hierba cuando la noche está más callada que nunca». -
Y yo respondí: «Ellos se burlaron de mí cuando encontré mi propio camino y marché por él; y, en verdad, mis pies temblaban entonces. Y así me dijeron: ¡has olvidado el camino, y ahora olvidas también hasta el andar!» Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «¡Qué importa su burla! Tú eres uno que ha olvidado el obedecer: ¡ahora debes mandar! ¿No sabes quién es el más necesario de todos? El que manda grandes cosas. Realizar grandes cosas es difícil: pero más difícil es mandarlas.
Esto es lo más imperdonable en ti: tienes poder, y no quieres dominar.» -
Y yo respondí: «Me falta la voz del león para mandar».
Entonces algo me habló de nuevo como un susurro: «Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo.
Oh Zaratustra, debes caminar como una sombra de lo que tiene que venir: así mandarás y, mandando, precederás a otros.» - Y yo respondí: «Me avergüenzo». Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «Tienes que hacerte todavía niño y no tener vergüenza. El orgullo de la juventud está todavía sobre ti, tarde te has hecho joven: pero el que quiere convertirse en niño tiene que superar incluso su juventud.»
- Y yo reflexioné durante largo tiempo, y temblaba. Pero acabé por decir lo que había dicho al comienzo: «No quiero».
Entonces oí risas a mi alrededor. ¡Ay, cómo esas risas me desgarraron las entrañas y me hendieron el corazón! Y por última vez algo me habló: «¡Oh Zaratustra, tus frutos están maduros, pero tú no estás maduro para tus frutos! Por ello tienes que volver de nuevo a la soledad: pues debes ponerte tierno aún.» -
Y de nuevo oí risas que huían: entonces lo que me rodeaba quedó silencioso, como con un doble silencio. Yo yacía por el suelo, y el sudor me corría por los miembros.
-Ahora habéis oído todo, y por qué tengo yo que regresar a mi soledad. No os he callado nada, amigos míos. Pero también me habéis oído decir quién sigue siendo el más silencioso de todos los hombres - ¡y quiere serlo!
¡Ay, amigos míos! ¡Yo tendría aún algunas cosas que deciros, yo tendría aún algunas que daros! ¿Por qué no las doy? ¿Acaso soy avaro? -
Y cuando Zaratustra hubo dicho estas palabras lo asaltó la violencia del dolor y la proximidad de la separación de sus amigos, de modo que lloró sonoramente; y nadie sabía consolarlo. Y durante la noche se marchó solo y abandonó a sus amigos.

Zaratustra

1 comentario:

Natalia Peralta dijo...

"Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «Oh Zaratustra, quien ha de trasladar montañas traslada también valles y hondonadas». - Y yo respondí: «Mi voz no ha transladado aún montañas, y lo que he dicho no ha llegado a los hombres. Yo he ido sin duda a los hombres, pero todavía no he llegado hasta ellos». Entonces algo me habló de nuevo sin voz: «¡Qué sabes tú de eso! El rocío cae sobre la hierba cuando la noche está más callada que nunca». -"

Que linda esa parte...
Y que lindo todo este pasaje =)

Te amo!

Natz